Es la nieve una caricia de invernales días grises a los musgosos tejados y a los yertos rostros tristes
de mis valientes paisanos. Silenciosa cae y viste los asfaltos agrietados la soledad sublime de los campos en quietud donde fornidos mastines vigilan a los rebaños y encapuchado el pastor, sentado sobre el hito que divide la propiedad de los campos el recto cayado oprime en sus ateridas manos. Lanzan los benjamines del blanco ganado ovino al aire sereno y frío entrecortadas cadencias cual salmo de serafines. Lentos, melosos, sutiles siguen los copos cayendo sobre el ocre de los vagos sobre los hielos pensiles del alero del tejado. SANTA COLOMA DE GRAMENET, Noviembre de 1975
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